lunes, 6 de octubre de 2008

Derecho “A una Vivienda Digna”


Este lunes 6 de Octubre, "Día Mundial del Hábitat", comenzaremos con la difusión del que será nuestro tercer derecho: el de acceder a una vivienda digna. Lo haremos desde las 11hs en la Plaza Pringles, Paraguay y Córdoba, en el marco de la "Volanteada por la vivienda digna", de la que participan también los Inquilinos Rosarinos Autoconvocados (IRA), la Agrupación para la Protección de la Vivienda Única (A.Pro.V.U.) y la Concejalía Popular.

Entendemos que los problemas relacionados con la vivienda son múltiples, ahora, alguien se detuvo a pensar que efectos causan estos problemas en los niños??? Alguien analizó el profundo impacto psíquico, físico y en el desarrollo de la vida cotidiana que produce el no poder desarrollarse en el marco de una “Vivienda Digna”??? Los niños, y por supuesto su entorno, ven afectados de manera directa los procesos de alimentación, educación, abrigo, de construcción de vínculos de contención socio-familiares, lo que va a determinar en términos negativos, el futuro desarrollo integral de los niños, ya que contar con un lugar propio y seguro, es imprescindible en el proceso de construcción de su identidad.

El nuevo marco legal, impuesto desde la aprobación, en octubre de 2005, de la Ley 26.061, tiene vigencia en todo el territorio de la nación y se inscribe dentro de la doctrina de la Protección Integral de los derechos de la niñez y la infancia. Disponiendo la aplicación obligatoria de los derechos reconocidos no solo por el Orden Jurídico Nacional sino también por los tratados internacionales en los que la nación argentina es parte. Al hablar de derechos económicos sociales y culturales es necesario remitirse al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que en sus artículos 10 y 11 establece que: “... a la familia debe otorgársele la más amplia protección y asistencia posibles, especialmente para su constitución y mientras sea responsable del cuidado y la educación de los hijos a su cargo y que Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia...”. Ahondando más en la normativa vemos que la ley 26.061, establece que los derechos reconocidos por la misma están asegurados por su máxima exigibilidad y sustentados en el principio del INTERES SUPERIOR DEL NIÑO y que la omisión de los deberes que le corresponden a los órganos gubernamentales del estado, habilita a todo ciudadano a interponer las acciones administrativas y judiciales a fin de restaurar el ejercicio y goce de tales derechos.

La vivienda digna es un derecho también consagrado por la Constitución Nacional. Pero todo es letra muerta.
Se habla del boom inmobiliario, pero muchos viven errando o penando por un hogar que los cobije. La receta es simple: la economía de mercado en la que esta sumida nuestra Nación, hace que la temática habitacional sea manejada por el capital privado, quien orienta su estrategia según su propia lógica: la de acumulación de capital económico y especulación inmobiliaria, mientras el Estado, que es quien debe garantizar el acceso a la vivienda a todos los ciudadanos, mira para otro lado.

Estas diversas problemáticas involucran a un gran número de población con particularidades especificas y con intereses propios, pero es en el fortalecimiento de la comunidad y en una mirada común al problema que será posible generar los mecanismos político-jurídicos que permitan hacer cumplir tanto la legislación existente como los compromisos internacionales en materia de derecho de los niños, niñas y adolescentes y también de vivienda. Facilitar el acceso a la vivienda implica, en un niño, colaborar con los cimientos desde los cuales comenzar a proyectar su propia vida y la de su entorno.

Es por eso, que debemos bregar y exigir el cumplimiento de las leyes que otorguen a nuestros pibes la posibilidad de construir su propio futuro, que muchas veces se traduce en vidas adultas carenciadas, como resultado obligado, de infancias carenciadas.


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